lunes, 19 de mayo de 2014

Pensamientos

Desde el principio de los tiempos, el suicida ha tenido muy mala fama, pero a veces deberíamos ponernos en la piel de esa persona que toma una decisión tan drástica y muchas veces meditada.
Cuando a un ser humano le despojas de lo guías a vivir en una sociedad impuesta y logra adaptarse y cuándo esa misma sociedad le arrebata todo por lo que había luchado es lógico que entre en una profunda depresión debido a distintas causas, frustración, pena, desesperación incapacitan a la persona para poder seguir viviendo tal y como entendía que debía ser, pero no todos se rinden a la primera de cambio, hay quién lucha e intenta sacar la cabeza de las profundidades de la tierra donde se encuentra inmerso pero cada vez que cree haberlo conseguido le echan otro palazo de tierra que lo devuelve al fondo hasta que se queda sin fuerzas y decide abandonar.
El acto de quitarse la vida es un reproche a la sociedad que le ha empujado, es su pequeña venganza la venganza de un iluso que piensa que le pueda importar a alguien una vez muerto si ni siquiera importaba a nadie estando en vida, estamos deshumanizados,¿que más nos da?.
Algunas personas hemos coqueteado con la muerte y ella se ha dejado querer, pero es caprichosa y exigente, no se queda con cualquiera, en cambio si es ella la que te saca a bailar no admite un no por respuesta, te abraza y danzas y danzas hasta que notas que los pies no tocan el suelo y te acercas a una desconocida y próxima lejanía.


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