martes, 1 de abril de 2014

Juanito Forever

Domingo veintisiete de septiembre

Ahora si que la he fastidiado, ayer me puse a preparar la cena con toda mi ilusión y paciencia, pero después surgieron algunos problemillas y los muy ingratos me culparon a mí, en fin.
La comida consistía en hacer unos canapés para cuando volviesen del cine, así es que saqué mi collage orgánico, el pan de molde y unos botecitos con salsas picantes y después con mucha imaginación y cariño, despegué los trozos de comida de mi collage, corté el pan con la boca de un baso para que se quedase solo el círculo y puse lasa salsas picantes, me quedaron de premio, a continuación fluí a buscar un mantel lujoso para la mesa y puse el mantón de Manila de la abuela que queda muy fino, después me pareció mejor sacar los pañuelos bordados con las iniciales de la abuela en vez de las servilletas de siempre, los platos y vasos los he sacado de la cesta de camping para darle colorido y para darle un toque de intimidad, he encendido una vela de esas que huelen bien y hay de distintos aromas, este se llama eau de zombie pour la liberté y  a he puesto en la calavera de piedra que tiene Fito en su cuarto.
Una vez terminado todo me he dado cuenta de que para una cena tan elegante tenía que vestirme bién para estar a la altura, así es que me puse mi disfraz de Drácula, me peine el pelo para atrás con gomina y me senté a esperar.
Cuando llegaron del cine empezaron otra vez a romancear con el rollo ese de que la casa huele mal, que no se aguanta el tufillo y tal y cuál, yo les digo que eso es porque va a llover y les pido que entren al comedor con los ojos cerrados porque quería darles una sorpresa.
Yo no sé como describir la cara que pusieron cuándo vieron mis manjares, pero cuándo empezaron a comer se pusieron todos a escupir la comida de la boca al la vez que salían corriendo al wc. de repente se pusieron a vomitar unas veces todos juntitos y otras en solitario; yo les decía que seguro que habían comido algo en el cine que les había sentado mal.
Cuando la abuela se recuperó, llamó por teléfono a un taxi que nos llevase al hospital, pero como no cabíamos todos tuvimos que pillar otro en la calle; de camino todo el mundo colaboró con las vomitonas, hasta el mismo taxista, al principio le avisaban para que parase cada vez que les daban arcadas, pero seguramente por contagio el hombre devolvió en el salpicadero del coche y nos dijo que no pensaba parar más veces porque ya le daba todo igual.
Llegamos al hospital, se nos llevan a todas desperdigados, nos meten una especie de aspiradora en la boca, nos cuelgan una perchita  con una bolsa de agua y nos la pinchan; yo no paraba de berrear y decirles que a mí no me pasaba nada,pero no me hicieron caso.
Cuando los médicos decidieron que ya estábamos recuperados, nos dijeron que habíamos sufrido una intoxicación alimentaria y mi madre que ya sospechaba algo, se levantó de la silla como si la hubiese picado un bicho, toda enajenada y se lo contagia a todos, empieza a gritar y dice que me va a estrangular, pero mi padre no la deja porque dice que para eso está él  y como cabeza de familia quiere hacer uso de ese privilegio, la abuela dice que ni hablar, que ella es la más vieja y tiene más derecho; así es que mientras se peleaban por el turno, me puse las manos en el cuello para estrangularme yo solo, porque como después de todo es mi cuello, yo tengo más derecho que nadie.
Al final  dicen que deje de apretarme el cuello pero ahora no quiero, nos vamos a casa y mañana ya veremos.



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