martes, 22 de julio de 2014

Hijos de las estrellas

A lo largo de la historia muchos filósofos y pensadores han hablado o escrito sobre nuestra procedencia, citando muchos de ellos la frase de < somos hijos de las estrellas> pero que tristemente fuera de contexto está ese pensamiento cuándo utilizamos la lógica, ¿ o no?, al menos es lo que piensa M. Taor.

Somos hijos de las estrellas, todos los elementos que nos conforman se cocieron en remotos hornos cósmicos y en cada uno de nosotros se recrea el universo.
En cada hombre, incluso antes del nacimiento, la vida se recuerda desde sus orígenes; todos hemos pasado por las aguas primordiales donde aún ni siquiera balbuceaba lo vivo, recorrimos las épocas cerradas, previas a las historias, en las que la vida era solamente un resplandor confinado.
Fuimos materia húmeda y proteica que se soñaba a sí misma, todas las formas vivientes fueron nuestra forma; en nuestros recuerdos dormidos está presente la medusa transparente y ligera, que nada palpitando en el cálido y salino océano.
Tuvimos branquias de pez y fuimos todos los peces, en las palancas de nuestros huesos está escrita la conquista de La Tierra; trascendimos las aguas primeras para conquistar una plataforma a pie del cielo.
No sabíamos lo que era un ala y aprendimos a volar, entonces descubrimos que las estrellas estaban más allá de nuestros vuelos y volvimos a La Tierra, nos arrastramos de nuevo por el suelo, desarrollamos la estrategia de la razón y de la inteligencia, para alcanzar nuestro empeño.
Cuándo nacemos por última vez, ya venimos preparados para el " gran salto".


 

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