miércoles, 12 de febrero de 2014

Prapsicología

Cuándo somos niños y todavía no sabemos diferenciar lo bueno de lo malo, lo real de lo ficticio, cuándo todavía estamos libres de prejuicios  y tenemos la mente abierta a todo, cuándo observamos lo que nos rodea con la curiosidad del sabio, es la época de nuestras vidas que más perceptivos y más receptivos estamos.
A medida que vamos creciendo, vamos levantando un muro para protegernos de lo que no entendemos y de esa manera poco a poco vamos cerrando la mente a otras realidades.
Los niños son seres de luz, desprenden luz, y eso atrae a muchas presencias que están atrapadas entre dos mundos; por eso no debemos ignorar a los amigos imaginarios creyendo que son fantasías, o podéis correr el peligro de que os pase lo mismo que a Pablo, el abuelo de Ángela.

LA CAJA DE MÚSICA
Ángela vivía en un bonito pueblo dónde se conocían todos, compartía su vida con su padre, su madre y su abuelo que tenía un pequeño taller de reparación de relojes.
El día en que la niña cumplió seis años, Pablo, que solo tenía esa nieta, quiso hacerle un regalo muy especial, así es que se puso en contacto con un amigo suyo que tenía una tienda de antigüedades en la capital, quedaron para verse en el comercio con el ánimo de encontrar algo bonito para el cumpleaños de Ángela.
Llegó el día y después de haber saludado a su amigo el anticuario,estuvo mirando y buscando algo que le llamase la atención; al final encontró una preciosa caja de música del año1931 y en su interior tenía una bailarina con un bonito tutú que se movía cuándo sonaba la música; Pablo decidió comprarla y regreso a su pueblo deseando ver la cara que pondría su nietecita cuándo viese el regalo.
Como era de esperar, la niña quedó encantada con la caja y se pasaba horas dándole cuerda para ver bailar a la muñeca; pasado un tiempo Ángela fué apartando los demás juguetes ya centrar toda su atención en el bonito regalo que le había hecho su abuelo.
Llegó el invierno y la niña enfermó lo cual la obligó a guardar uno días de cama, esos días la unión de la niña y su caja de música creció hasta convertirse en una obsesión; no comía, no quería hablar con nadie, no dormía y lo que en un principio era un simple constipado se fué agravando a medida que la niña se debilitaba.
Un día despertó y le contó a su madre que su amiga Clara ya no quería estar encerrada en la caja, que se enfadó con ella y le dijo que si no la sacaba algo muy malo le iba a pasar a su abuelo; la madre no hizo mucho caso de lo que le contó su hija pensando que esas cosas eran fruto de su imaginación, pero pasado un tiempo Ángela insistía en el tema, a veces lloraba porque nadie le daba importancia y comenzó a tener ataques de pánico, su familia no sabía que hacer así es que decidieron seguirle el juego.
Una noche se despertó acudió a la habitación dónde dormían sus padres y con la mirada perdida les dijo que Clara se le había aparecido en sueños para avisarle por última vez de que si no la liberaba de la caja en menos de un día moriría su abuelo a causa de un toro.
La familia de Ángela la tranquilizó diciéndole lo imposible que era que eso sucediese, puesto que ni de lejos se veían toros ni en ese pueblo ni en muchos kilómetros, y que además a su abuelo le daban miedo y jamás se acercaría a ellos; la niña se calmó y volvió a su cama.
Al día siguiente encontraron al abuelo muerto en su cama, y ciertamente lo había matado no un toro, pero si dos bueyes, el caso es que en la cabecera de su cama tenía colgado un pesado cuadro con una litografía de San Isidro Labrador en la que aparece sujetando dos bueyes; el cuadro llevaba colgado muchos años y sin saber porqué los clavos que lo sujetaban a la pared cedieron, y el cuadro cayó aplastándole la cabeza y causándole la muerte.
Después de esa desgracia, la madre de Ángela empezó a creer a su hija y lo primero que hizo tras el entierro fué quemar la caja de música, de la que curiosamente mientras ardía iban saliendo pequeños círculos que bailaban al compás de la música de la caja que seguía sonando convertida en brasas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario