domingo, 23 de febrero de 2014

Parapsicología

Estos días atrás, en la entrada de esoterismo he estado escribiendo sobre velas y espejos ( dos objetos que me fascinan ) y recordé una vieja historia que me la contó una de mis tías abuelas y la verdad es que viene al pelo con el tema de estos días, como siempre digo, lo podéis creer o no.

EL ESPEJO DE ADELA.
Adela y Miguel se casaron muy enamorados en la primavera de 1936, eran una pareja ideal y la envidia de todo el mundo.
El primer año de matrimonio y para más felicidad Adela quedó embarazada de una niña a la que llamaron Mercedes, dos años después nacería su hermana a la que llamaron Pilar.
Todo en esa familia irradiaba perfección, amor, armonía, las niñas iban creciendo y Adela y Miguel seguían amándose igual o más que el primer día,podían pasar horas sin hacer otra cosa que mirarse a los ojos siempre iban juntos a todas partes, se prometieron amor incluso después de la muerte, y en esa cotidianidad fueron pasando los años.
Un otoño más frío de lo normal, Miguel enfermó y murió, Adela no encontraba consuelo para su dolor ni con el cariño de sus hijas que se desvelaban por ella; pasaba las noches llorando, perdió el apetito y se encerró en si misma con su profundo dolor.
El día de la muerte de su marido instaló en su habitación un pequeño altar, y puso frente al espejo de cómoda una vela y la fotografía de su amado.
Todas las noches cuando iba a acostarse, cerraba la puerta de su habitación, sus hijas la oían hablar desde el otro lado creyendo que rezaba por el alma de su padre, hasta que un día por casualidad la encontraron hablándole al espejo del que salía un humo negro menos denso que el de la llama de la vela; las hijas preocupadas por la salud mental de su madre y sorprendidas por lo que habían visto, le pidieron que no cerrase nunca la puerta de su cuarto por si pasase cualquier cosa.
Algunas semanas después, Adela que poco a poco se iba consumiendo, se fue a dormir y dejó la puerta abierta como le habían pedido sus hijas y casi de madrugada las dos se despertaron muy asustadas porque estaban escuchando a su madre reírse a carcajadas, corrieron a su habitación y la encontraron medio incorporada en la cama, con los ojos cerrados y riendo escandalosamente; después de hablarle, zarandearle intentando despertarla sin conseguirlo, la habitación se quedó repentinamente fría, la foto de su padre empezó a arder y del espejo volvió a salir el humo negro dirigiéndose culebreando a la cama de Adela, que en ese momento dejó de reír y murió ante el espanto de sus hijas.
Nota: Adela pudo haber muerto de pena por amor, pero también el riesgo del que ya hablé de poner velas frente a un espejo, pudo abrir una puerta espíritus o seres de otra dimensión, quizá a su marido al que prometió amar incluso después de la muerte, y ya se sabe lo que dice el refrán:
" Ni a los Santos ofender, ni a los niños prometer".
Hasta otro ratito.

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