martes, 25 de febrero de 2014

Juanito Forever

Martes veintidós de septiembre

Hoy voy a escribir como acabó ayer el día después de que me recogiesen  los polis del hotel, aunque en resumen mi madre me ha castigado hasta que Superman coma criptonita y  todavía no sé porqué, ella siempre me está diciendo que tenga iniciativa y cuándo decido iniciarme en mi nuevo trabajo como botones de hotel, va y se cabrea pero la verdad es que ha valido la pena.
Cuándo monté en el coche de los polis estuve todo el camino jugando con las esposas, las luces y las gorras, mientras ellos me preguntaron como se llamaban mis padres, yo les contesté que mi padre se llama Vicente y que a veces para hacerme el gracioso le canto " Vicente culo caliente , la butifarra y el aguardiente", en fin a lo que voy, me preguntaron como se llama mi madre y me quedé en blanco porque mi madre se pasa el día diciendo que es maruja, en cambio anoche dijo que " y yo soy Estrellita Castro ", pero en realidad todo el mundo la llama Fina como a mi abuela, así es que no sé.
A continuación me preguntan que donde vivo y les digo que en una plaza que tiene un parque y un hogar de jubilaos, pero como los polis no se enteraron de nada les dije que hablasen con mi abuela que que es la madre de Estrellita Castro y a la que acompañé al hotel para ver como iba el sarpullido del regalo que nos trajo mi padre de Venezuela, que además lo tuvimos que aceptar porque no lo quiso cambiar por un perro, que anoche lo invitamos a cenar y se puso muy malo porque mi abuela lo obligó a comer queso y el es alérgico, así es que cuando el pobre empezó a hincharse mi padre lo llevó al hospital, pero como hoy ya se encontraba mejor, compramos unos caramelos de café con leche y vinimos a visitarlo.
Después de contarles todo lo que había pasado y ponerme cara de no entender nada, fuimos a buscar a mi abuela y durante el camino hablaron con su comisaria por la radio del coche para pedir informes sobre ella y preguntaron si conocían  a alguna delincuente que de alias se hacia llamar la abuela.
Al ratito contestaron y dijeron que si, y que mucho cuidadín con ella porque ya había pisado varias veces la comisaria, que cuando la mujer se aburría se disfrazaba de abuela y se iba a cualquier parque para darles miguitas de pan a las palomas, pero el delito era que dentro de las migas ponía judías secas y cuando se las comían las obligaba a beber agua para que se hinchasen y les entrasen los gases propios de cuando te comes una fabada, que con ese peso en el cuerpo las pobres no podían volar, así es que tenían que esperar a que les diese el retortijón y aprovechar el momento del desahogo para propulsionarse; vamos volar impulsadas por sus gases.
Al final recogimos a la abuela que no paraba de preguntarme que había hecho y los polis le contestaron que yo nada, pero que ella si, y que hasta que no encontrásemos a mis padres, nos íbamos a comisaria y cuando los localizaron y se presentaron allí, dijeron que todo debía ser un malentendido porque yo tenía mucha imaginación y además estaba mal de la cabeza.
Mi pobre abuela estaba todo el rato llorando, pero según se le iba pasando el soponcio y ya casi recuperada, se acercó a mí con el único propósito de estrangularme, pero mi madre no lo consintió porque quería hacerlo ella, al final nos dejaron marchar y volvimos a casa.
Castigado estoy hasta los restos y quisiera saber porqué.




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