martes, 1 de julio de 2014

El fantasma sin rostro - parapasicología

Fue a mediados de los años 80 cuándo en la llamada Casa Cervantes en Vélez, Málaga,comenzó a manifestarse una fuerte actividad paranormal.
Hace años este edificio fué y sigue siendo utilizado para fines educativos y administrativos, sin sufrir apenas remodelaciones, pero las pequeñas obras desencadenaron los fenómenos paranormales que nunca antes se habían dado en la vivienda.
Siendo un lugar público, durante el día hay un movimiento constante de personas, hasta las seis de la tarde que cierra sus puertas al público quedando solo las limpiadoras y un agente de policía que realizaba su turno de vigilancia en el interior de la casa.
Todos estos trabajadores fueron testigos de increíbles sucesos que llevaron a la mayoría de las empleadas a cambiar su horario de trabajo y entrar a primera hora de la mañana y a más de un policía a realizar la vigilancia desde su vehículo, fuera del inmueble.
Fueron muchos los sucesos que allí acontecieron, apariciones espectrales, golpes, sonidos de pies y de objetos pesados que arrastran, murmullos, gritos, puertas que se abren y se cierran solas o luces que se encienden y se apagan sin que nadie las manipule.
Casi todos los polstergeist se asocian al pozo que está situado en el patio dónde suele aparecer una figura espectral que según los testigos desaparece tras vagar por el patio.
Francisco O., jefe de policía presenció alguno de esos sucesos, vio como la tapa del pozo se levantaba sola y quedaba apoyada contra la pared, algo que constatan otros agentes es la visión de un hombre vestido con ropas antiguas y tocado con un sombrero, aunque lo más desconcertante de esa figura es que dónde debería estar su rostro, solo hay una absoluta negrura.
Durante una huelga de trabajadores de la empresa de limpieza de la ciudad, los empleados se encerraron en la Casa Cervantes, estos asistieron a una nueva aparición de la misteriosa presencia que surgió del pozo y se desplazó varios metros flotando mientras se oía el sonido de una tela arrastrándose; el suceso causó tanto pavor entre los trabajadores, que finalizaron la huelga.
A principio de los años 90, se instaló un sistema de alarma por lo que dejó de ser necesaria la presencia policial.
La única posible aunque no tranquilizadora explicación es que según las crónicas de la ciudad, a mediados del siglo XIX, un hombre que se hospedaba en la casa acudió una tarde a sacar agua del pozo, al parecer se inclinó demasiado, cayó al interior y la estrechez del conducto le impidió darse la vuelta; cuándo lo rescataron había fallecido por asfixia y su rostro estaba muy hinchado.
Para evitar el temor de mujeres y niños, se decidió taparle la cara con una tela larga, nadie reclamó su cuerpo y fué enterrado de ese modo, con el rostro velado.
Fuente: J.M. Frías.

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