lunes, 19 de mayo de 2014

Juanito Forever

Miércoles treinta de septiembre

Vaya día que he tenido hoy, esta claro que es más fácil tatuar a un piojo que poder llevarme bién con don Casiopeo.
Hoy he llegado a clase tranquilo y orgulloso por lo bién que me había salido la poesía dedicada a la seño de gimnasia, pero al casposo de mi maestro no le ha gustado nada porque dice que dedicar un poema a un profesor no es nada ético, me he sentido muy ofendido y le he preguntado como otras veces si tenía algo contra mí o si su mal humor era debido a un problema de retención de gases, el se ha puesto a nacer  y para variar me ha tirado de la clase, pero antes me ha preguntado si cuando era más pequeño había tenido algún problema psicológico que hubiese afectado a la forma de ver y entender la vida, así es que aprovechando la oportunidad le conté todo lo que sabía desde que nací.
Le dije que según mi madre, cuando yo estaba apunto de nacer, se puso a romper las aguas, porque a las mujeres que van a tener un bebé les entran unos antojos muy extraños y a mi madre le dio por lo de las aguas, y tantas rompió que las enfermeras y la comadrona se tuvieron que poner un traje de neopreno y una escafandra, por eso mi madre siempre ha pensado que como lo primero que vi al nacer fueron esas señoras con esas pintas, me impresionó tanto que por eso ahora soy un poco raro.
Don Casiopeo se  ha quedado mirando con cara de pescao y ha dicho que por mi culpa va a terminar enfermo de los nervios, me ha preguntado si tenía algo en contra suya y le he contestado que el problema era de él y que podía deberse a dos cosas, o bién que tenga la menstruación como mi madre y sus amigas y amigos o bién porque va a cambiar el tiempo porque se huele cierto tufillo; me dice si estoy insinuando algo y le contesto que no es una insinuación sino una realidad el olor que despide a col hervida a la vez que le advierto que se va a quedar sin peluca como siga metiéndose conmigo, porque yo también noto el cambio de tiempo y estoy de los nervios.
Él vuelve a quedarse alelao y me pregunta de que peluca le hablo, y yo sin pensarlo dos veces le digo que sin la que lleva y además sin la que pensaba regalarle, así es que le dí un manotazo a su peluquín que salió volando, él se quedó como desnudo y yo empecé a gritar ¡ Dios mio, es una rata muerta, la peluca es una rata muerta! , así hasta que Anita, que quiere ser psiquiatra como su madre, se levantó y me sacudió dos tortas de esas que hacen ruido pero que te dejan sordo, a la vez que explicaba al resto de la clase que me había dado un ataque de histeria y no le había quedado otra que darme un par de tortas para que volviese en mí.
Pasado un ratito, don Casiopeo empezó a torcer la boca y ha hacer cosas raras, así es que se  lo tuvieron que llevar al hospital preso de una crisis nerviosa.
Cuando todo volvió a la normalidad, empecé a pensar en lo maja que es Anita, además, la seño de gimnasia tiene los dientes torcidos y nada de conversación, en cambio Anita tiene el mismo cerebro que yo pero cada uno en su cabeza, y hasta hoy no me había dado ni cuenta.
La he invitado a pasar la tarde en el parque y me ha dicho que sí, creo que me gusta y mucho.






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