sábado, 1 de marzo de 2014

Pensamientos

Desde siempre había creído que la independencia y la libertad iban relacionadas, pero a medida que fui evolucionando me di cuenta del error.
Pensar en ser independiente porque tienes un trabajo que te puede mantener y pagar todo lo que se exige para estar integrado en la sociedad es una equivocación desde el momento que necesitas de esas cosas para conseguirla, aunque no te gusten, y aún en el supuesto caso de que no se quisiera formar parte del conjunto, aislarse, desprenderse de todo lo que te obliga, jamás se puede ser completamente ni libre ni independiente mientras existan los sentimientos y las emociones que por mucho que nos escondamos o aislemos, siempre están con nosotros.
Dichoso el que  forma parte de esa masa dirigida que no tiene esas inquietudes y para las que el concepto de libertad es el último escalón que tienen que subir una vez obtenida la independencia.

Es cosa de muy pocos ser independientes, este es un privilegio de los fuertes, y quién intenta serlo, sin tener necesidad, aunque tenga todo el derecho a ello demuestra que probablemente, no es solo fuerte, sino temerario en exceso.
Se introduce en un laberinto, multiplica por mil los peligros que ya la vida trae consigo de por sí; de estos no es el menor el que nadie vea con sus ojos como y dónde él mismo se extravía, se aísla y es despedazado trozo a trozo por un Minotauro cualquiera de las cavernas de la conciencia.
Suponiendo que ese hombre perezca, esto ocurre tan lejos de la comprensión de los hombres que éstos no lo sienten ni compadecen y él no puede ya volver atrás, no puede retornar ya, tampoco a la compasión de los hombres.
Friedrich Nietzsche.


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