miércoles, 15 de enero de 2014

Esoterismo

Hoy voy a escribir sobre la ouija y una experiencia personal.
Algunos hemos "jugado" en algún momento, como si fuera una partida de cartas para pasar el rato, a mi nunca me ha gustado mucho y siempre he dudado de que consciente o inconscientemente alguien moviese el vaso , hasta que un día comprobé que era verdad, que era como abrir una puerta a otros mundos, o dimensiones en el que puede entrar cualquier ente, desde ese día jamás volví a tocar una ouija.

Han pasado treinta años, yo tenía veinticinco y acababa de ser madre.
Una tarde de invierno, después de hacer unos ejercicios para endurecer y perder algún kg. después del parto, me dí una ducha aprovechando que mi hijo dormía en su habitación, mientras esperaba que despertase, tomé café y esperé.
Me estaba aburriendo y sin venir a cuento saqué del armario la tabla de la ouija, me senté en el suelo y puse el dedo encima del vaso (todo esto lo hice en mi habitación) no sé el rato que estuve hasta que el vaso empezó a moverse, me asusté, quité el dedo y el vaso seguía moviéndose a veces muy rápido y otras más lentas, yo intenté leer lo que me indicaba pero para mi sorpresa era inglés y yo no lo hablo, solo conozco palabras sueltas pero antes de que cayese el vaso al suelo sin que lo tocase reconocí dos palabras <mother>madre y <morder> muerte.
Salí de la habitación nerviosa después de guardar la tabla; todas las noches tenía la costumbre de llevar a mi hijo a mi hijo a mi habitación y cantarle entre mis brazos hasta que se durmiese, y esa noche hice lo mismo.
El niño se puso a llorar antes de entrar en el cuarto, cerré la puerta, me senté en la cama y empecé a cantar, mi hijo no paraba de llorar cada vez más fuerte y volvía su cabecita hacia la puerta como si viese algo, estaba todo su cuerpo tenso y se estaba quedando helado.
Salí de la habitación para darle un paseo por la casa y poco a poco se calmó y se durmió.
Todo esto pasaba cada noche y empecé a pensar a , la temperatura en esa habitación era de 6º mientras en el resto de la casa eran 19º, esto más lo que le pasaba a mi hijo me estaba asustando mucho y todo empezó el día de la ouija, así es que lo relacioné.
Bajé a la iglesia, pedí al cura un poco de agua bendita y rocié toda la habitación mientras rezaba y juraba que jamás tocaría una ouja, al día siguiente la temperatura de la habitación era la misma que en el resto de la casa y mi hijo no volvió a llorar.
Han pasado treinta años y no he vuelto a tocar una ouija, y yo que no me lo creía.



No hay comentarios:

Publicar un comentario