miércoles, 23 de abril de 2014

Parapsicología cuaderno de campo de Miguel

En la entrada de hace unos días relataba la experiencia de Miguel como médico voluntario en el Haití de los años 50.
De alguna forma que no voy a contar durante unos días lo tuve en mi casa, ahora vuelve a estar en manos de su propietario, guardado como le pidió Miguel antes de desaparecer.
Voy a escribir este relato de manera novelada para que pueda entenderse mejor que la historia algo técnica y escueta de su verdadero autor, Miguel.
Dando un paseo alrededor del campamento, me he encontrado con el viejo Toriki que para sus ochenta años tiene una memoria fuera de lo común, es un a grata compañía y un gran narrador de historias, así es que nos sentamos un rato para charlar y él como siempre, se ha valido de la misma frase que dice cada vez que va a relatar algún suceso del pasado.< Tal día como hoy, hace tantos años> la joven Edeé que siempre había sido muy poco obediente pero bastante coqueta y caprichosa, fué a enamorarse de Kaba, un muchacho que desvió el camino y al que nadie quería tener cerca cuándo se emborrachaba con ron y se volvía peligrosamente violento; todos conocíamos su mala fama, incluso la presumida Edeé que sentía fascinación por él, tanto que lo seguía a todas partes como un perro, pero a Kaba no le interesaban las mujeres que buscaban un compromiso, así es que la ignoraba y se burlaba de ella, pero cuánto más la humillaba, más crecía la obsesión que sentía Edeé por Kaba.
Un día tan caluroso como el de hoy, después de una boda a la que los dos fueron invitados, Edeé decidió ofrecer su cuerpo a Kaba, que completamente borracho, lo aceptó para después despreciarla.
Tras ese encuentro, creció en ella un sentimiento de ira y a la vez de amor desbordado, quería poseer a Kaba en cuerpo y alma para lo cuál había ido preparada a su cita amorosa, intentó tener paciencia y esperar a que él le correspondiese, pero pasaba el tiempo y todo seguía igual, pensó que ya había esperado bastante y utilizó la magia negra para conquistarlo.
Mientras estaban manteniendo relaciones sexuales Edeé arrancó a Kaba unos pocos pelos del pubis que guardó en el pañuelo que llevaba atado en la cabeza junto con el semen, esperó a tener su primera regla, después de eso enrolló un pequeño algodón con su sangre menstrual , el vello púbico y el semen, cosió un muñeco vudú tan pequeño como la yema de un dedo e introdujo el algodón; después de varias oraciones lo ató con hilo rojo y lo endulzó con miel.
Uno de tantos días en los que Kaba se hallaba totalmente borracho, Edeé se le acercó y volvió a ofrecerse a él, pero esta vez ella pidió que fuese distinto, más amable; a él le daba igual, así es que accedió.
La muchacha abrió un pañuelo y le dio para comer unos dulces bañados con miel, entre ellos se encontraba el diminuto muñeco de amarre amoroso que había confeccionado; él estaba tan mareado que no se dio cuenta de lo que había comido disfrazado con el sabor de la miel, después mantuvieron relaciones, pero esta vez Kaba no despreció a Edeé sino que le suplicó que se quedase un rato con él.
A partir de entonces, empezaron a buscarse el uno al otro como almas en pena, no podían separarse, compartían casi todas las horas del día y su amor negro y enfermizo iba creciendo; Edeé quedó embarazada y decidieron casarse.
Meses después tuvieron dos hijos gemelos que murieron al poco tiempo, señal de mal fario, Edeé cosió dos muñecos parecidos a sus hijos y los llevó entre los pechos como indicaba la tradición y el luto.
Kaba que hasta entonces había tenido un comportamiento más o menos normal, volvió a ser el mismo de antes, borracho y peleón, con la diferencia de que ahora amaba con locura a su mujer, lo que no quitaba de que le propinase buenas palizas todos los días; Edeé se estaba hartando de vivir así y aunque no podía vivir sin él tampoco podía seguir soportando sus insultos y malos tratos,el amarre de amor que hizo a Kaba se estaba volviendo contra ella y ante la imposibilidad de deshacerlo, se planteó envenenarlo y lo llevó a cabo.
Cinco días después, Kaba murió, fue enterrado por el rito vudú y Edeé guardó luto entre el amor y el alivio de no ser golpeada todos los días; aunque lo que vino después fue todavía peor.
Entre el remordimiento y la obsesión, ella visitaba a menudo la tumba de Kaba y lloraba hasta caer rendida, hasta que no mucho después del fallecimiento de su esposo, el joven Imbali le pidió matrimonio y ella aceptó, aunque seguía estando enamorada de su marido.
La boda se celebró y los recién casados fueron a vivir a la casa de Edeé, y fué entonces cuándo empezó a aparecer el espíritu de Kaba.
Su primera manifestación fué el día siguiente a la boda, cuando el matrimonio de regreso a su casa, encontraron varios cuchillos clavados en el techo que cayeron encima de ellos nada más entrar, otra de las veces y delante de ellos, los enseres de la casa volaban en círculos, una noche, mientras dormían, Edeé notó una presión en el pecho, abrió los ojos y vio con espanto como el espíritu de su difunto marido quería poseerla, hubieron muchas más manifestaciones, pero la más dura fué cuándo la casa se incendió sin más cuándo Imbali y Edeé se encontraban dentro, Imbali murió intentando salvar a su mujer del fuego, y a partir de entonces fue el principio del final.
Edeé, sin marido, sin casa, ni sitio dónde refugiarse, deambulaba sin rumbo, como un zombie, y muchos pensamos que la habían convertido ya que todas las noches dormía en el cementerio junto a la tumba de Kaba, hasta que pasado un tiempo, dejamos de verla y fuimos a buscarla al cementerio y la encontramos; la tumba de Kaba estaba abierta y encima del putrefacto cadáver, estaba Edeé, muerta, con los ojos abiertos, abrazando la cabeza cortada de su amado y con el pequeño e intacto pese al tiempo, muñeco amarre de amor enrollado entre sus dedos.








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